Este blog foi produzido com as constribuições dos alunos das turmas de 3ª serie do prof Aurelio Fernandes.

Perspectiva Militar da Linha Maginot

Redescobrindo a Segunda Guerra - Apocalipse



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Avanço das Forças do Eixo 1939-1940

Tratados de Hitler em 1939

Expancionismo Alemão para aquisição do Espaço Vital – Primavera de 1939

Redescobrindo a Segunda Guerra- O Dia D



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Redescobrindo a Segunda Guerra- Pesadelo Alemão



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Operación Barbarroja

Desde un principio, estuvo muy claro cuál era el propósito de la Alemania de Hitler. Se trataba de poner fuera de combate a la URSS en un plazo muy corto de tiempo. El Ejército Rojo sería rodeado y destruido junto a las fronteras, mediante una serie de movimientos de pinza, de modo que se pensaba que en cuatro semanas la victoria sería completa. La propia brutalidad de la guerra emprendida por los alemanes -que tomaron casi seis millones de prisioneros y más de la mitad murió como consecuencia del trato recibido- no tuvo más consecuencia que la de fomentar la resistencia enemiga y a ello contribuyó que Stalin respondiera con idéntica dureza.

El Estado Mayor alemán había previsto con mucha antelación la rápida derrota del Ejército Rojo y el avance hasta la línea Volga-Arkangelsk para, desde allí, destruir con aviación las reservas e instalaciones de la Rusia asiática. El pacto de amistad y cooperación vigente desde agosto de 1939 no había anulado los intereses expansionistas del Reich sobre los extensos territorios del Este. La operación debía comenzar en noviembre de 1940, pero el fracaso de los italianos en Grecia obligó a acelerar la conquista de los Balcanes. El fracaso de la Batalla de Inglaterra y la decisión de invadir la URSS hicieron posponer nuevamente León Marino e implicaron a Alemania en una guerra de dos frentes.
El grueso de las fuerzas acorazadas y motorizadas fue trasladado así al Este. El Ejército alemán había duplicado el último año el número de sus divisiones panzer, aunque sin aumentar sus efectivos, sino desdoblando las unidades en otras menores. De modo que aumentaron las tropas auxiliares, pero no el número de los carros y la campaña de Rusia se preparó con 800 menos que los empleados en la campaña de 1940 contra Francia y los Países Bajos. Hitler confiaba en la inferioridad técnica del Ejército Rojo y en la potencia representada por los nuevos carros tipo Mark III y IV, mucho más poderosos y mejor artillados.
Sin embargo, los principales problemas de la invasión podían presentarlos el frío, la falta de comunicaciones y los enormes espacios. El rápido avance de 1940 en Europa occidental fue posible por su red de magníficas carreteras, por donde se movieron el grueso de las tropas y los suministros en camiones, en carros y a pie. En Rusia desaparecieron las buenas comunicaciones y aparecieron los enormes espacios. Guderian y los militares de su escuela defendían que los destacamentos acorazados debían penetrar en Rusia lo más profundamente posible, a fin de colapsar la resistencia. Hitler y los generales más conservadores impusieron que el avance se detuviera periódicamente, a fin de constituir grandes bolsas de prisioneros rusos. Esta decisión evitó en definitiva el colapso del Ejército Rojo y alargó la guerra, mientras el ataque en el Este supuso un balón de oxígeno para Inglaterra y le permitió mantener la resistencia en la isla e impulsar la campaña del Norte de Africa.
Como ya era su costumbre, los alemanes invadieron la URSS sin declararle previamente la guerra. A las cuatro de la madrugada del 21 de junio de 1941, tres ejércitos cruzaron el Niemen, respectivamente en dirección Leningrado (von Leeb), Moscú (von Bock) y Stalingrado (von Rundstedt). Junto a los alemanes participaron tropas rumanas, húngaras, eslovacas, italianas y finlandesas a las que se unieron, más tarde, voluntarios belgas, franceses, croatas y españoles. Se iniciaba la Operación Barbarroja.

Ataque alemán sobre la URSSjunio octubre 1941
Asalto sobre Moscúnoviembre diciembre 1941
Ofensiva soviética de inviernodiciembre 1941 mayo 1942
Ofensiva alemana de veranojunio julio 1942
Avance alemán por el surjulio noviembre 1942
Avance alemán sobre Estalingradojulio noviembre 1942
Stalingradoseptiembre noviembre 1942
Liberación de Estalingradonoviembre 1942 enero 1943

FEB Armamentos utilizados pelo Brasil na 2ª Guerra Mundial 1944/45

Este Video mostra os equipamentos utilizado pelo Brasil durante a Segunda Guerra Mundial, durante a Campanha da Itália (1944-1945).
Vale lembrar que a Força Expedicionária Brasileira (FEB) foi agregada ao IV corpo do V Exército Norteamericano, montando uma Divisão (1ª DIE).
Portanto todo equipamentos eram Norteamericanos, no limiar da Campanha, o fardamento de combate dos praças, eram similar ao dos "Rangers" (EUA), com pequenas modificações.
Genuinamente Brasileiro, só a CORAGEM e a BRAVURA dos Pracinhas.

Desafío en el Pacífico

La historia del Japón contemporáneo, marco en el que situar la formación del imperialismo japonés, se divide en tres fases.
La primera, entre 1868 y 1912, es la época de la revolución Meiji. Significa la modernización y occidentalización. Liberado Japón de la incipiente dependencia colonial occidental, se permite un completo desarrollo que le transforma en gran potencia mundial.
La segunda fase, de 1912 a 1937, es la época del Japón potencia mundial: entre la Primera y Segunda Guerra Mundial se suceden las llamadas era Taisho, entre 1912 y 1926, y era Showa, desde 1926. Japón se convierte en un nuevo centro de poder mundial.
La tercera fase, de 1937 a 1945, es durante la Segunda Guerra Mundial: en el orden interno se llega al gobierno de los militares, y en lo internacional, a la alianza con las potencias del Eje, llevando el proceso bélico a la derrota japonesa en el año 1945.
A lo largo de este proceso se formula el imperialismo nipón, que entra en rivalidad y conflicto con los imperialismos occidentales hasta entonces dominantes en Extremo Oriente.


Expansión colonial en Asia y el Pacífico septiembre 1939
Distribución de fuerzas y objetivos japoneses 1941
Avance sobre Pearl Harbor 22-11-1941 7-12-1941
Ataque a Pearl Harbor 7-12-1941
Blitzkrieg japonesa en el Pacífico diciembre 1941
Ocupación de Hong Kong diciembre 1941
Conquista de Malasia y Singapur diciembre 1941 febrero 1942
La invasión de Filipinas diciembre 1941 mayo 1942
Máxima expansión japonesa julio 1942

La Guerra en el Norte de África 1940-1943

La Guerra en el Norte de África 1940-1943

Contra los propósitos de Mussolini, el Mediterráneo era un lago británico, controlado por la Royal Navy y las bases de Gibraltar y Alejandría. Hitler ya había hecho preparar la Operación Félix, que preveía el asalto a Gibraltar por unidades especiales alemanas, pues sus informes descartaban que los españoles pudieran conquistarlo. En efecto, España había sido devastada por la guerra civil y su Ejército carecía de material moderno, gasolina y suficientes municiones. La conquista se aplazó y perdió prioridad pues, el 18 de diciembre de 1940, Hitler había ordenado iniciar los preparativos para atacar Rusia y el Mediterráneo perdía importancia para la estrategia alemana.
Mussolini, en cambio, centraba en el Mediterráneo su principal atención y pensó en aprovecharse del negro momento del Imperio Británico para ampliar sus posesiones de Libia invadiendo Egipto. Italia contaba con unas fuerzas armadas numéricamente importantes; sin embargo, era una potencia industrial de segunda fila, cuya modernización militar era deficiente; la Marina carecía de portaaviones, de aviación eficiente y no se había modernizado, mientras los ingleses ya contaban con el radar y estudiaban el asdic. La aviación había quedado anticuada y el núcleo de su caza estaba formado por biplanos. El Ejército había desarrollado un armamento ligero, fácilmente manejable pero sin potencia de fuego; los carros eran pequeños, sólo contaban con ametralladoras y no podían mantener un duelo con los británicos, gran parte de la artillería procedía de la Primera Guerra Mundial y la motorización era insuficiente.

África 19401940
Combates en África del norteseptiembre 1940-abril 1941
La Batalla de Beda Fomm4-7 febrero 1941
África Orientaljulio 1940 mayo 1941
La invasión de los Balcanesoctubre 1940 mayo 1941
La Batalla de Cretamayo 1941
Libia-Egiptoabril 1941 julio 1942
El Alameinjulio noviembre 1942
Desembarco aliadonoviembre 1942 mayo 1943

Bomba Nuclear - Segunda Guerra Mundial



As Armas de fogo da Segunda Guerra Mundial

A Sturmgewehr 44 (StG44, MP 44/43) foi a primeira arma explicitamente chamada de espingarda de assalto ou Sturmgewehr. Entrou em serviço para o exército Alemão na Segunda Guerra Mundial.

Em 1946 Mikhail Kalashnikov examinou uma StG44 capturada e usou funcionalidades chave do design na produção da espingarda de assalto AK-47.
A Sturmgewehr 44 foi desenvolvida pela Alemanha Nazi nas etapas iniciais da Segunda Guerra Mundial. Nas primeiras etapas da guerra, o exército Alemão considerava a espingarda como apenas uma arma de "suporte", sendo a arma primária da infantaria a metralhadora. Num típico esquadrão os soldados carregavam consideravelmente mais munição para a sua MG34 do que para as suas próprias espingardas.

Contudo em combate a metralhadora provou ser demasiado grande para ser operada durante a batalha, significando que os soldados precisavam de usar as suas espingardas enquanto avançavam. Enquanto os defensores não tinham limitações no uso das suas metralhadoras devido a encontrarem-se em posições fixas.

Assim o exército que dependia das suas tácticas blitzkrieg de rápida ofensiva, viu-se sem armas eficazes para um avanço rápido e para responderem contra as espingardas com maior taxa de fogo dos aliados. Por este motivo foi aumentado o uso de pistolas-metralhadoras como a MP28, MP38, e MP40, formando esquadrões conhecidos como tropas de assalto que podiam criar uma elevada velocidade de disparo enquanto avançavam. Infelizmente o uso de munição de pistolas nas pistolas-metralhadoras fazia com que estas tivessem um alcance demasiado curto, tornando as tropas de assalto apenas eficazes em zonas urbanas.

A MP40 (Maschinenpistole 40) foi uma submetralhadora desenvolvida e utilizada pela Alemanha Nazi durante a Segunda Guerra Mundial.
A MP40 foi descendente da MP38, as diferenças estando no custo de produção. As alterações foram um resultado de vários testes com milhares de MP38 (em serviço desde 1939), utilizadas durante a Invasão da Polónia. As alterações foram incorporadas numa versão intermédia (MP38/40), e mais tarde utilizadas na produção inicial da versão MP40. Mais de um milhão de unidades foram fabricadas de todas versões durante a guerra.

A MP40 era geralmente chamada por Schmeisser, após o nome do desenhador de armas Hugo Schmeisser. Embora Hugo Schmeisser não tivessse desenhado a MP40, mas tivesse ajudado no desenho da MP41 e a Sturmgewehr 44. E também Schmeisser não trabalhava para Erma, mas sim para Haenel. O desenhador da MP38 e MP40 foi Heinrich Vollmer.

kamikazes suicidas da segunda guerra mundial

Redescobrindo a Segunda Guerra- Guerra Relampago



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Redescobrindo a Segunda Guerra- Agressão Nazista



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Operación Barbarroja

Desde un principio, estuvo muy claro cuál era el propósito de la Alemania de Hitler. Se trataba de poner fuera de combate a la URSS en un plazo muy corto de tiempo. El Ejército Rojo sería rodeado y destruido junto a las fronteras, mediante una serie de movimientos de pinza, de modo que se pensaba que en cuatro semanas la victoria sería completa. La propia brutalidad de la guerra emprendida por los alemanes -que tomaron casi seis millones de prisioneros y más de la mitad murió como consecuencia del trato recibido- no tuvo más consecuencia que la de fomentar la resistencia enemiga y a ello contribuyó que Stalin respondiera con idéntica dureza.

El Estado Mayor alemán había previsto con mucha antelación la rápida derrota del Ejército Rojo y el avance hasta la línea Volga-Arkangelsk para, desde allí, destruir con aviación las reservas e instalaciones de la Rusia asiática. El pacto de amistad y cooperación vigente desde agosto de 1939 no había anulado los intereses expansionistas del Reich sobre los extensos territorios del Este. La operación debía comenzar en noviembre de 1940, pero el fracaso de los italianos en Grecia obligó a acelerar la conquista de los Balcanes. El fracaso de la Batalla de Inglaterra y la decisión de invadir la URSS hicieron posponer nuevamente León Marino e implicaron a Alemania en una guerra de dos frentes.
El grueso de las fuerzas acorazadas y motorizadas fue trasladado así al Este. El Ejército alemán había duplicado el último año el número de sus divisiones panzer, aunque sin aumentar sus efectivos, sino desdoblando las unidades en otras menores. De modo que aumentaron las tropas auxiliares, pero no el número de los carros y la campaña de Rusia se preparó con 800 menos que los empleados en la campaña de 1940 contra Francia y los Países Bajos. Hitler confiaba en la inferioridad técnica del Ejército Rojo y en la potencia representada por los nuevos carros tipo Mark III y IV, mucho más poderosos y mejor artillados.
Sin embargo, los principales problemas de la invasión podían presentarlos el frío, la falta de comunicaciones y los enormes espacios. El rápido avance de 1940 en Europa occidental fue posible por su red de magníficas carreteras, por donde se movieron el grueso de las tropas y los suministros en camiones, en carros y a pie. En Rusia desaparecieron las buenas comunicaciones y aparecieron los enormes espacios. Guderian y los militares de su escuela defendían que los destacamentos acorazados debían penetrar en Rusia lo más profundamente posible, a fin de colapsar la resistencia. Hitler y los generales más conservadores impusieron que el avance se detuviera periódicamente, a fin de constituir grandes bolsas de prisioneros rusos. Esta decisión evitó en definitiva el colapso del Ejército Rojo y alargó la guerra, mientras el ataque en el Este supuso un balón de oxígeno para Inglaterra y le permitió mantener la resistencia en la isla e impulsar la campaña del Norte de Africa.
Como ya era su costumbre, los alemanes invadieron la URSS sin declararle previamente la guerra. A las cuatro de la madrugada del 21 de junio de 1941, tres ejércitos cruzaron el Niemen, respectivamente en dirección Leningrado (von Leeb), Moscú (von Bock) y Stalingrado (von Rundstedt). Junto a los alemanes participaron tropas rumanas, húngaras, eslovacas, italianas y finlandesas a las que se unieron, más tarde, voluntarios belgas, franceses, croatas y españoles. Se iniciaba la Operación Barbarroja.

Ataque alemán sobre la URSSjunio octubre 1941
Asalto sobre Moscúnoviembre diciembre 1941
Ofensiva soviética de inviernodiciembre 1941 mayo 1942
Ofensiva alemana de veranojunio julio 1942
Avance alemán por el surjulio noviembre 1942
Avance alemán sobre Estalingradojulio noviembre 1942
Stalingradoseptiembre noviembre 1942
Liberación de Estalingradonoviembre 1942 enero 1943

Guerra Civil Española Imagenes reales

FEB - Segunda Guerra Mundial - Brasil

Participacao efetiva do Brasil na Segunda Guerra Mundial, na Italia. Video de muito boa qualidade realizado pelo Exercito Brasileiro (primeira parte). Destaque para tomada de Monte Castello, em Gaggio Montano, Italia. 1944 e 1945.



Os caminhos da redemocratização

Nesta teleaula você verá como a entrada do Brasil na Segunda Guerra Mundial teve consequências na política do governo Getúlio Vargas. Entenderá como esse governo utilizou a comunicação para criar a imagem de Getúlio como pai dos pobres. Verá, ainda, que apesar das crises políticas, aqueles anos foram anos de crença.



A Segunda Guerra Mundial

Nesta teleaula você vai ficar sabendo como e onde começou a Segunda Guerra, que reuniu, de um lado, Alemanha, Itália e Japão e, do outro, os países aliados, entre eles a Inglaterra, os Estados Unidos e a União Soviética. Além disso, você vai ver como foram as principais batalhas desse conflito e como ficou o mundo após o seu fim.



Maquis e Partisans – Contribuição à memória da Resistência polonesa e francesa ao Nazismo

Aqui estão alguns relatos da resistência armada polonesa e francesa contra o Nazismo na Segunda Guerra Mundial. Espero que vocês gostem!!



New York Times do dia 1º de setembro de 1939


A Invasão da Polônia


O texto abaixo citado foi distribuído à imprensa mundial apenas quatro dias depois de começada a Segunda Guerra Mundial. E demonstra que, quase simultaneamente com a chegada das tropas alemães, começou a Resistência nos setores ocupados. Mais até, a Resistência se iniciou no mesmo dia em que a guerra começou.

Berlim, 5 de setembro de 1939. Convidado pelo governo alemão, um representante da imprensa estrangeira, escolhido pelos correspondentes, foi levado num avião oficial para Czestochowa. Na volta, esse jornalista declarou: “Nas imediações ouvimos disparos intermitentes e o fogo da artilharia antiaérea alemã que entrara em funcionamento. Numa esquina havia dois cavalos mortos que ninguém se preocupava em retirar. Diante dos edifícios crivados de balas e com os vidros arrebentados, vimos passar uns trinta civis poloneses, que marchavam com as mãos erguidas, custodiados por soldados alemães com baioneta calada. Um oficial alemão nos explicou que se tratava de franco-atiradores e constituíam um dos maiores problemas com que tropeçavam agora nas cidades os soldados alemães. Por essa razão, fôra resolvido capturar todos os civis em idade de portar armas e levá-los para a Prefeitura. O avião chegou ao aeródromo improvisado de Stubendorf, perto de Oppeln. Ao aterrissar, um tenente-coronel nos esperava e nos avisou que não poderíamos ir a Czestochowa, porque tinham notícias de que os franco-atiradores haviam entrado em ação. Chegou então um suboficial que nos assegurou: ‘Temos tentado ir a Czestochowa, porém tivemos que voltar porque no caminho os camponeses fizeram fogo pelos dois lados’. Pouco antes de chegar à fronteira polonesa, em Gutentag, deparamos com uma barricada, rodeada de arames farpados, e com uma espécie de galpão numa das suas extremidades. Soube que ali haviam reunido, durante a noite, uns 1.100 poloneses, para mais tarde serem transportados aos campos de concentração próximos. Todos eram acusados de disparar contra as tropas alemãs. Um oficial comentou: ‘As mulheres da Polônia lutam como tigres’. A pequena localidade de Graszyn, vizinha de Czestochowa, que se dedica à fabricação de ladrilhos, foi reduzida a cinzas. Segundo outro oficial, a população se rebelou depois da entrada das unidades alemãs”.

A Resistência na Polônia

Tadeusz "Bor" Komorowski, comandante do Exercíto de resistência polonês entre os anos de 1943–1944.

O General Bor Komorowski, figura chave na organização da Resistência polaca, assim descreve o início do movimento: “Quando soube que devia ficar e elaborar um plano para a organização do exército secreto da Resistência, tive que formular métodos práticos para a execução desse plano. Nenhum de nós tinha a menor experiência nesses assuntos… As primeiras medidas consistiram em formar pequenos grupos de civis e militares desmobilizados, unindo-os em células de cinco homens. Cada um dos membros de uma célula podia conhecer somente seus quatro companheiros. Por sua vez, cada um devia organizar um novo grupo de cinco combatentes clandestinos”.

Dessa forma, a organização começou a crescer, sempre sob a direção suprema de Bor Komorowski. Era proibido o uso dos verdadeiros nomes e foram escolhidos diversos pseudônimos. As áreas de operações foram em seguida divididas em setores, que ficaram cobertos por um, dois ou mais grupos. Também foram nomeados comandantes de setor, que tinham sob suas ordens os diferentes grupos.

O passo seguinte consistiu em adestrar os homens no uso das armas. Estas, polonesas e alemãs, eram desconhecidas para muitos dos combatentes clandestinos, muitos deles adolescentes. Foram então organizadas verdadeiras escolas militares, onde os homens se familiarizavam com o emprego da arma curta, o fuzil e a metralhadora. Também os explosivos mereceram uma especial atenção, visto que, indiscutivelmente, seriam intensamente utilizados nas operações previstas.

Bor Komorowski, na Cracóvia, organizou um estado-maior e determinou os locais que serviriam de refúgios e centros de reuniões. Estes últimos foram denominados com palavras em código, para evitar o risco representado pelo envio de ordens escritas. Simultaneamente, as pessoas em cujas casas se efetuavam as reuniões, desconheciam os homens que se reuniam, não sabendo senão o dia e a senha convencionada.

Além dos grupos de comando e os setores combatentes, precisaram criar também serviços de inteligência, com o fim de antecipar-se às atividades dos alemães e também informar-se acerca dos objetivos a serem atacados.

As comunicações à longa distância, impossíveis de efetuar com agentes, tornaram necessária a criação de uma rede de estações de telégrafo sem fio, que permitiram o intercâmbio de informações e ordens em poucos minutos.

A imprensa polaca, por seu turno, suprimida radicalmente pelos nazistas, foi substituída por boletins que, gradualmente, aumentaram o número de suas páginas, até se converterem em verdadeiros jornais. Deve-se salientar que os elementos necessários para a impressão foram levados, peça por peça, a subterrâneos cavados especialmente e ali montados novamente. Os subterrâneos, construídos geralmente no subsolo de casas vizinhas de fábricas, exigiram aos homens da resistência esforços indescritíveis. A proximidade das fábricas, logicamente, era necessária para atenuar o ruído produzido pelas máquinas impressoras.

A imprensa clandestina polonesa, além de imprimir boletins e periódicos, contribuiu eficazmente para o treinamento dos combatentes da resistência, imprimindo folhetos técnicos, a serem distribuídos entre os homens, ensinando-os a manejar armas, fabricar granadas e a conhecer rudimentos sobre estratégia.


Fuzilamento de 300 prisioneiros poloneses pelos nazistas em 9 de setembro de 1939.

Os métodos e as técnicas de sabotagem

As palavras de Bor Komorowski ilustram, fartamente, os métodos empregados pelos combatentes clandestinos na sua luta contra os efetivos nazistas: “Um exemplo do que era a organização durante o primeiro período de ocupação, é a sabotagem com que atacamos os vias férreas. O número de trens a serem sabotados em cada mês era determinado no QG de Varsóvia, num programa mensal. Foi necessário organizar unidades especiais com esse fim. Estudaram-se e imprimiram-se instruções com a colaboração dos maquinistas e engenheiros das empresas ferroviárias. Somente os métodos que não delatavam ser obra de sabotagem eram adotados, e gradualmente foram-se aprimorando com a experiência. Em 1940, o período normal de incapacidade a que ficava sujeita cada locomotiva danificada era de 14 horas; em 1942, esse período se alongara a cinco dias; em 1943, a 14 dias.

“Um produto químico especialmente preparado era adicionado à graxa das máquinas. Em apenas 10 dias, nossos observadores em todas as oficinas de manutenção do país relataram que aproximadamente 200 locomotivas tiveram que ser retiradas do serviço, algumas por três dias, outras por três meses, de acordo com a rapidez com que o maquinista ‘percebia’ que alguma coisa não ia bem. Os alemães não tinham possibilidade de descobrir a causa dessas imperfeições. Por quase três semanas, o tráfego ferroviário do país esteve completamente desorganizado; numa dessas ocasiões, um grande número de trens teve que ser recolhido às oficinas, e os atrasos, freqüentemente, ultrapassavam 24 horas… Vários trens carregados com gasolina seguiam essa rota diariamente. Para sua destruição usávamos bombas incendiárias que nós mesmos fabricávamos. Um depósito com uma carga explosiva era colocado sobre uma alavanca pneumática; um simples impulso da mão sobre a alavanca era suficiente para firmar a bomba embaixo do carro-tanque. Um dispositivo muito primitivo servia para regular o tempo da explosão; esse dispositivo funcionava impulsionado pelo movimento do trem ao deslizar sobre os trilhos. Assim, podíamos regular a distância e o lugar da explosão. No caso de transportes de minerais, o trabalho era ainda mais simplificado. A tarefa de colocar um pequeno depósito com carga explosiva entre os pedaços de mineral levados em caminhões abertos, era bem fácil. A explosão geralmente ocorria quando o mineral descia pelos condutos que o levavam aos fornos, danificando assim as instalações das usinas de fundição.

“Em todos os ramos de sabotagem e atividades subversivas, o método definitivo e a iniciativa da execução ficavam normalmente a critério daqueles que se encarregavam de levar a cabo o trabalho. O procedimento correto somente podia ser decidido e adotado no lugar escolhido para a operação, e com conhecimento exato das condições que prevaleceriam nela, porém os homens que executavam a façanha nem sempre contavam com os meios necessários para desempenhá-la. Por exemplo: no caso da sabotagem da reserva de óleo lubrificante, nos informaram que o dano podia ser causado pelos homens que trabalhavam no local em que eram despachados os abastecimentos. Porém esses homens não possuíam as substâncias químicas requeridas para a tarefa. Cabia, portanto, a nós, recorrer aos químicos da organização. Depois de um mês de trabalho meticuloso, foram obtidos 100 quilos do produto necessário, que foram escondidos num acondicionamento colocado embaixo de um montão de carvão, junto com o qual chegou ao seu destino, onde foi descarregado por homens inteirados do assunto”.


Insurgência do Gueto de Varsóvia, onde Judeus insubmissos lançaram ataques às tropas alemãs. Começada em 18 de janeiro de 1943 durou até abril de 1943, quando foi massacrada pelos nazistas por falta de suprimentos e armamentos.

A respeito da produção de materiais de guerra, Komorowski diz o seguinte: “… fôra mantido até então por vários centros que trabalhavam separadamente. Agora resolvemos centralizá-los sob a supervisão de especialistas. Essa supervisão foi confiada pelo QG a um engenheiro que ficou diretamente sob minhas ordens. A operação completa se dividiu em duas partes principais: produção de armamentos para o futuro, quando seriam empregados no levante geral, e produção necessária para as necessidades do dia, consistentes em operações de destruição e sabotagem. Ambos os centros se mantinham em estreita cooperação e, por seus esforços conjuntos, muitos bons resultados foram conseguidos. (Por exemplo, depois de um longo período de estudos e experiências, conseguimos produzir pistolas automáticas e lança-chamas). Enquanto os técnicos preparavam planos e métodos de produção, eu ordenava a formulação de uma lista de matérias-primas requeridas, tomando especialmente em consideração a demanda relacionada com as operações que se efetuavam para minar o inimigo. Um grupo de cientistas trabalhava exclusivamente na pesquisa de materiais que poderiam ser empregados em toda classe de atividades de destruição e que melhores resultados produzissem em cada caso”.

Os esforços dos técnicos e cientistas da resistência eram freqüentemente neutralizados pelos alemães, que descobriam a forma de superar a ameaça de um certo explosivo ou de um determinado artefato. Assim, perdiam-se horas, dias e até meses de esforço. Foi o que aconteceu precisamente com a chamada “bomba altimétrica”.

Após um longo processo de investigação e ensaios, os homens da Resistência conseguiram criar um engenhoso dispositivo. Era uma bomba, em forma de cilindro alongado, que não permitia supor, pelo seu aspeto, o verdadeiro fim ao qual se destinava. A bomba era colocada na cauda dos aviões e, durante um tempo funcionou eficazmente, explodindo com a variação da altura, isto é, com a pressão barométrica. Dessa forma foram destruídos dezoito aviões alemães. Logo, no entanto, os nazistas adotaram rigorosas medidas de vigilância em terra e a colocação de tais artefatos tornou-se impossível.


Áreas circuladas em vermelho são os pontos de resistência polonesa no levante de Varsóvia no dia 4 de agosto de 1944. O Levante de Varsóvia foi a tentativa do Exército de Resistência Polonês, fiel ao Governo Polonês no Exílio (em Londres), de tomar controle da capital do país. O levante, parte de uma grande operação de resistência conhecida como Operação Tempestade, durou 63 dias, até a rendição polonesa em 2 de outubro de 1944. A operação Tempestade propunha cumprir um duplo objetivo: 1. rechaçar de maneira violenta e vigorosa as forças nazistas e 2. impedir que a Polônia se tornasse esfera de influência soviética. A situação se torna crítica no dia 13 de Julho de 1944, quando a ofensiva soviética cruza as fronteiras polonesas. Neste momento, os poloneses deveriam enfrentar uma difícil decisão: ou iniciavam o levante na difícil situação política do momento e arriscavam problemas com os soviéticos ou falhariam na rebelião e teriam que enfrentar os detratores soviétivos que os descreveríam como impotentes ou, ainda pior, como colaboracionistas nazistas. O Exército de Resistência Polonês tinha medo de que caso a Polônia fosse "libertada" pelo Exército Vermelho, as potências Aliadas talvez ignorassem a legitimidade do Governo Polonês exilado em Londres ao final da guerra. Por mais que tivessem um inimigo comum, os nazistas, Poloneses e Soviéticos tinham discordâncias em seus objetivos finais, pois o Governo Polonês tinha a intenção de constituir um governo democrático pró-ocidente na Polônia, já Stalin queria implementar um governo socialista sobre o território polonês, tornando-o área de influência soviética. Além disso, não podemos esquecer do tratado Molotov-Ribbentrop, o tratado de não-agressão fixado entre Alemanha nazista e URSS antes da invasão da Polônia, onde ficava acordado que a Russia ganharia espólios de guerra pela sua neutralidade em relação à invasão da Polônia pela Alemanha, aumentando a sua área de influencia com parte do território polonês. Em 17 de setembro de 1939, quando a Polônia já sofria duras e sucessivas derrotas frente à Alemanha Nazista pelo Oeste, a União Soviética quebra o pacto de não-agressão com a Polônia e começa seu processo de reconquista territorial, territórios estes que faziam parte da Rússia e que foram perdidos com o triunfo da revolução bolchevique em 1917 e com a saída da Rússia da Primeira Guerra Mundial no mesmo ano. No ano de 1940, o exército vermelho perpetra nas densas florestas de Katyn o massacre de 22 mil poloneses, entre autoridades de estado, militares, policiais e intelectuais.


A interrupção do tráfego ferroviário foi objeto de estudos especiais. De fato, uma mina colocada numa determinada via, ocasionava a paralisação do tráfego durante quatro ou cinco horas. Porém, freqüentemente, era necessário que tal paralisação se prolongasse por dez ou doze dias. Conseqüentemente, tiveram que ser idealizados novos métodos e técnicas. Foi então decidido fazer o seguinte: na via principal, pela qual circularia o trem a ser destruído em primeiro lugar, era colocada a carga explosiva. Simultaneamente, nas vias vizinhas, por onde chegaria o trem de auxílio, se colocavam outras cargas. Após o primeiro objetivo voar pelos ares, eram dinamitados também os dois ou três trens de socorro que chegassem ao local. No caso de uma única via, os explosivos eram disseminados ao longo de vários quilômetros; ocasionando sucessivas explosões. Em qualquer dos casos, a interrupção se prolongava além das poucas horas iniciais e se convertia em uma verdadeira catástrofe.

Uma das maiores dificuldades enfrentadas pelos homens da Resistência era conseguir os elementos necessários para a fabricação de explosivos, como o salitre, por exemplo. Por fim, a situação foi contornada, comprando diretamente o vital elemento… dos alemães. De fato, as duas grandes fábricas de fertilizantes de Chorzow e Moscice, que operavam sob controle nazista, forneciam seu produto às grandes cooperativas agrárias e aos agricultores. Bastou que cada um deles aumentasse ligeiramente as quantidades adquiridas para que os homens da Resistência chegassem a dispor, rapidamente, de grandes quantidades do elemento essencial.

Passemos a palavra aos protagonistas dos episódios citados, detalhando os duros trabalhos realizados para obter os tão necessários explosivos:

“O melhor produto explosivo com que poderíamos levar a cabo nossas operações era o Cheddite. Para isso necessitávamos uma provisão de cloreto de potássio muito difícil de obter. Havia apenas uma fábrica alemã produtora dessa substância na Polônia, em Rodocha. Porém, os alemães sabiam muito bem quão útil esse produto nos podia ser e tanto sua produção como a venda eram regulados pelo mais estrito controle. Os intentos para apoderar-nos de algumas quantidades desse produto em Radocha fracassaram redondamente. Felizmente, a carga de dois vagões foi desfalcada pelos nossos, enquanto viajava. Também um assalto a mão armada que efetuamos nos armazéns mais importantes de Varsóvia nos deu oportunidade de conseguir um pouco mais dessa substância. Os alemães trataram de pôr um fim a isso, ordenando às suas firmas que reduzissem a armazenagem do cloreto ao mínimo. Apesar disso, os trabalhadores poloneses da grande fábrica de fósforos de Blonie deram um jeito para ir enchendo os depósitos da fábrica com quantidades extras de cloreto de potássio. Em outro caso, o pessoal polaco de uma fábrica alemã pediu uma grande quantidade da substância química, que teve de ser importada do Reich; essa remessa também desapareceu. “Para a produção de outro explosivo, nos apoderamos de 5.000 quilos de urotropina com a ajuda dos fabricantes de produtos farmacêuticos de Varsóvia, Ludwig Spiess & Son, e Drozdowicz & Cia., que eram nossos melhores fornecedores.”

“Na produção de granadas de mão, minas, bombas e outros artefatos era necessário utilizar diferentes substitutos. Por exemplo, 10.000 copos de baquelite foram comprados a fim de serem convertidos em granadas do tipo “Filipinka”. Para outro trabalho, tivemos que empregar os depósitos de água das lâmpadas de acetileno, que, nessa época, eram de uso generalizado na Polônia. Uma boa partida de chaveiros foi muito útil, empregados como anéis de detonador nas granadas de mão e nas bombas”.

“Às vezes obtínhamos nossas matérias-primas e produtos semi-elaborados, das fábricas controlados pelos alemães, porém a maior parte de nossos produtos acabados vinha de oficinas que funcionavam sob licenças legais, mas que faziam trabalhos ilegais… Assim, a fabricação de submetralhadoras se escondia, em grande parte, na confecção de cadeados e fechaduras comuns. As granadas de mão, popularmente conhecidas como Sidolowki, porque tinham uma grande semelhança com as latas de graxa Sidol, eram fabricadas no mesmo lugar onde se faziam as latas para a graxa. Os lança-chamas eram confeccionados numa fábrica de extintores de incêndios. Muitos testes deviam ser feitos e isso era também motivo de risco, especialmente se o teste era acompanhado de explosões e incêndios…”


Destacamento de guerrilheiros do Exército Nacional Polonês (Armia Krajowa). Preparativos para o ataque.

“Vejamos o caso do lança-chamas que se testou no próprio centro de Varsóvia, em um dos lados da Praça do Teatro. Estava decidido que o teste devia ser feito nas ruínas de umas casas, atrás da igreja de Santo Antônio, cuja cripta e cúpulas eram um dos nossos depósitos de armas e materiais de guerra. Antes que a prova se efetuasse, o encarregado da fabricação desse tipo de lança-chamas que dirigiria a experiência avisou a estação de bombeiros do edifício “Tom Hall” e visitou as autoridades policiais. Explicou que era representante da “Motor Stock”, fábrica de extintores controlada pelos alemães, e os preveniu para que não se alarmassem caso vissem chamas e fumaça, pois ele e seus empregados iam testar um novo tipo de extintor perto da Praça do Teatro.”

“O lança-chamas funcionou com toda eficiência. As chamas alcançaram uma altura de seis metros, e nem a polícia, nem os bombeiros, se mexeram para investigar”.

A guerra psicológica

Paralelamente com a ação bélica ativa, os homens da Resistência levaram a cabo uma intensa ação psicológica. Foi denominada pelo comando “Ação Especial IV” e consistiu em ataques ao moral do inimigo.

Uma dessas ações foi realizada no dia 1o de maio. Nesse dia, as fábricas e oficinas receberam comunicações especiais do comando alemão, determinando que as atividades deviam ser paralisadas por 24 horas.

As ordens foram emitidas em papel que ostentava o emblema do Departamento de Trabalho alemão e estavam redigidas em impecável estilo alemão. Os comunicados foram enviados à última hora, um dia antes, impossibilitando o comando alemão de descobrir a tempo o truque. Conseqüentemente, apesar da intensa campanha que os alemães fizeram na noite anterior, utilizando alto-falantes e outros meios de difusão, no dia 1o de maio, as oficinas e as fábricas, em sua maioria, permaneceram praticamente desertas. Um dia fôra perdida para a produção. Milhares de horas de trabalho, irrecuperáveis, haviam sido ganhas pelos homens da Resistência, sem disparar nem um só tiro, nem perder um só homem.

Em outra ocasião, todos os residentes alemães de Varsóvia receberam uma comunicação em papel oficial do Partido Nazista. Na nota, eram informados que deviam estar, em determinada hora, na sede do Partido, levando consigo certos alimentos que seriam meticulosamente consignados.

A conseqüência imediata da ordem foi uma reunião maciça de residentes alemães na sede do Partido. Paralelamente, centenas de alemães tiveram que abandonar suas ocupações habituais para obedecer à convocação. Por outro lado, as autoridades alemãs, prevendo a possibilidade de infiltração de elementos guerrilheiros entre os alemães, ordenaram que todos os presentes, em número de vários milhares, fossem minuciosamente registrados. Em resumo, tempo perdido, trabalho não realizado e mobilização totalmente inútil de efetivos alemães.

“Foi para os maquis”

- O que aconteceu com fulano?

- Foi para os maquis…

Após a ocupação do território da França pelos alemães, essa troca de palavras era freqüente nos povoados e cidades. Homens, jovens geralmente, dialogavam em segredo rapidamente. O tema, quase sempre, era o antigo amigo que… “foi para os maquis”…

Isso significava abandonar o lar e a família, desaparecer legalmente da vida, aceitar as mil penúrias da vida errante, bastar-se a si mesmo, lutar até a última gota de sangue e talvez morrer nas mãos das tropas de ocupação ou frente a um pelotão de fuzilamento.

Na França, os maquis se ocultavam, preferencialmente, nas zonas montanhosas ou em bosques. Os grupos eram integrados por um número de homens que oscilava entre dez e duzentos. Raramente mais. Estreitamente unidos entre si, pelo sentido da sua luta e, também, por uma disciplina severíssima, esses homens afrontavam todos os perigos da guerra, sem contar, paralelamente, com as roupas, as armas e os víveres que normalmente abastecem o exército regular; além disso, os homens sabiam que deveriam lutar sem a proteção das leis internacionais e convênios que dão aos soldados regulares a possibilidade de salvar a vida, após a captura.

Ser maqui era, segundo as palavras de jornal clandestino que circulava na França em meados de 1943: “… incorporar-se solenemente ao exército da Resistência, decidir-se a arriscar a vida pela salvação do país, sofrer na espera da luta pela libertação.”

“Ser maqui é dormir no chão duro, não comer todos os dias, aceitar uma disciplina de ferro. Ser maqui é não sair mais. Relutante, reflita bem antes de partir, pesa tuas responsabilidades, nós conhecemos as nossas. Se vieres conosco, serás acolhido como um irmão, encontrarás entre nós um ideal maravilhoso, digno dos verdadeiros combatentes: o de morrer na defesa da pátria”.


Maquis preparando plano de ação para sabotagem.


Um correspondente britânico, lançado de pára-quedas num setor dominado pelos maquis, relata assim suas experiências:

“Chegar aos maquis não é coisa fácil. Longe dos povoados, longe das estradas, é necessário escalar durante horas vertentes abruptas, cruzar matas espessas, seguir atalhos imperceptíveis, sempre precedidos por um guia. Entre outros refúgios, existia um, cavado na terra, guarnecido por uns trinta homens. Todos muito jovens, refratários à desmobilização e ao S.T.O. (Serviço de Trabalho Obrigatório). Encontram-se ali, mescladas, todas as classes sociais e todas as regiões da França. Três estudantes de Lilly, operários das construções de Bordeaux, jovens camponeses do Languedoc, marselheses, lorenenses, um oficial com culotes de montaria, jovens e atléticos esportistas. Conjunto heterogêneo, imagem da França. Ao entrar, tive minha atenção atraída por um imponente número de armas, todas dispostas em ordem; os fuzis, obturados com pequenos tarugos de madeira; os cartuchos nos carregadores; tudo preparado para ser utilizado em poucos instantes. Os rapazes nos crivaram de perguntas: ‘Quais as notícias do rádio?’ ‘Tem fumo?’ ‘Que nos traz de bom?’ Perto do refúgio, uma enorme marmita colocada sobre uma fogueira de lenha. As rações, segundo me explicaram, são de um quarto de legumes secos por refeição e de um quilo de batatas, com pão e carne… quando há. Quanto aos alimentos, ‘vamos indo’ me disse o cozinheiro, um rapaz jovial e obeso, ‘porque estamos em excelentes relações com os camponeses’. Freqüentemente, foram eles acusados de avidez, de estarem para sempre contaminadas pelo mercado negro. Nada é mais falso e injusto. Nos vendem de tudo aos preços normais e de costume entre os camponeses. Às vezes, até nos fazem presentes estranhos: toucinho, ovos, banha. E em todas as visitas que lhes fazemos nos oferecem sempre uma merenda. Os caçadores nos fazem participantes da sua caça, nos dão pescado e até nos confiam seus segredos. É preciso também dizer: os camponeses nos ajudam e nós pagamos sempre pelo que recebemos. Todos sabem que o roubo não é absolutamente proibido, mas que respeitamos rigorosamente essa confiança. Procuraram fazer com que apareçamos como bandidos, porém nossa presença, longe de atemorizá-los, os anima para a resistência. Por nossa causa, reservam uma parte da colheita e retardam as entregas… Evidentemente, existem alguns que têm medo. A segurança não é nunca absoluta. Aqui não há lugar para os covardes. Para os demais há armas e se tomamos a decisão de nos servir delas (e acredite que a tomamos) nossa segurança está garantida. Além disso, sabe, temos cúmplices em todos os lados. Depois, quem poderia atuar contra nós? Os gendarmes? A maioria é composta de excelentes franceses e antes de nos entregar aos ‘boches’, numerosos seriam os que viriam ser maquis, ao nosso lado, trazendo armas e equipamentos. Quanto aos outros, se obedecem aos ‘boches’ e vêm-nos ‘aborrecer’, saberemos sempre onde encontrá-los, e não estamos dispostos a deixar nenhum prisioneiro impune. A respeito dos safados ‘dedos duros’ da milícia e a alguns assalariados pelos ‘boches’, à primeira atitude da parte deles, terríveis represálias hão de lhes tirar qualquer vontade de voltar a se manifestar. Porque nós os conhecemos a todos, e sabemos onde dar o golpe.”

Os golpes de audácia

Enumerar os golpes de audácia realizados pelos maquis seria uma tarefa interminável. Impossível, também, por se carecer de um registro orgânico das centenas de ataques e emboscadas protagonizados pelos elementos da Resistência. Além disso, a estreita união que se estabeleceu entre os revoltosos e os trabalhadores que desempenhavam suas tarefas nas fábricas tornava impossível delimitar as atividades de uns e de outros, sendo muito difícil saber a quem atribuir muitos dos episódios da Resistência, principalmente com referência às atividades de sabotagem em fábricas e indústrias.

Para descrever os aspectos característicos da incessante luta travada pelos maquis, reproduziremos textualmente alguns informes tirados de relatórios oficiais de Vichy:

“Uma agressão à mão armada foi cometida durante a noite de… em um depósito de armas situado na cidade de…”

“Entre três e três e meia da madrugada, três homens mascarados irromperam no local e, revólver em punho, ordenaram ao guarda que não desse o alarme, enquanto outros homens, igualmente mascarados, ficavam no corredor, e mais outros, colocados nas imediações, vigiavam o Corpo de Guarda. ”

“G… foi levado para perto de um caminhão estacionado na estrada e teve que assistir ao carregamento dos objetos e armas tirados do negócio; um jovem, o único que não usava máscara, se apoderou também da pistola, do guarda G… Encarregado de assegurar a vigilância na porta da entrada sul do campo, enquanto que um último grupo de agressores se encaminhou para o compartimento onde estavam depositadas as munições. Depois de haver lançado mão de todas as reservas, e tê-las carregado num caminhão, os assaltantes se dispersaram na noite.”

“Em número de trinta, os autores desse assalto eram todos jovens de 20 a 25 anos, que falavam francês, dos quais, dois pelo menos, utilizavam o dialeto da região. Durante o curso dessa operação foram roubados: 225 fuzis curtos; 271 baionetas; 568 pistolas automáticas; 2 fuzis-metralhadoras; 17.000 cartuchos para fuzis; 2.000 cartuchos de FM; 1 forquilha de FM; 2 ganchos executores de FM; 8.180 cartuchos para pistola; 230 porta-fuzis; 70 cinturões; 4 culotes; 1 capote; 12 mantas.”


Produção de Granadas Sidolowki

“O armazém principal de abastecimento da cidade de G… foi assaltado nas seguintes circunstâncias: ‘Vários indivíduos mascarados, em número de seis a oito, penetraram nos armazéns, revólver em punho; obrigaram o pessoal encarregado do fichário dos bônus de racionamento, e ao diretor do serviço, a reunir-se no recinto do público, enquanto outros indivíduos se apoderavam dos fichários e despejavam o conteúdo dentro de umas sacolas.”

“A operação durou cerca de dez minutos e, tendo-se produzido nesse lapso uma interrupção na corrente elétrica, ninguém pôde reconhecer os autores da agressão. Por outro lado, estes haviam cortado os fios telefônicos à sua chegada, e avisaram o pessoal que seria inútil tentar sair antes que passassem cinco minutos, estando todas as entradas dos armazéns vigiadas até que eles fugissem. O pessoal obedeceu a essa ordem.”

“Na noite de… um grupo de revoltosos, naturais da região, fez descarrilar um trem de munições perto de C… Dezessete vagões explodiram, seiscentos metros de ferrovia foram danificados e o tráfego na linha Paris-Lyon foi interrompido por um tempo bastante prolongado. ”

“É de notar que para evitar que um trem de passageiros se chocasse contra o trem acidentado, os autores do descarrilamento tiveram o cuidado de fechar a via férrea.”

“Entre S… e T… acabava de ser desparafusado um trilho pelos guerrilheiros, quando estes se inteiraram que, contrariamente ao que esperavam, o primeiro trem que passaria seria um de passageiros; imediatamente, os guerrilheiros tornaram a repor o trilho em condições e fugiram.”

“No dia… guerrilheiros condenados a trabalhos forçados foram libertados, durante sua transferência de R… para a casa central de B…, nas seguintes circunstâncias: um de seus cúmplices se apresentou no estação de T… fazendo-se passar pelo comissário D… Deu ordem aos gendarmes que acompanhavam os presos, de interromper a viagem, pois seria perpetrado um suposto atentado contra o trem que os transportava; depois, apontando uma caminhonete e dois ônibus de turismo, estacionados na praça da estação, o suposto comissário D… ordenou aos gendarmes que tomassem lugar com os prisioneiros. Os guardas, nada desconfiando, pois um deles foi até chamado pelo nome pelo comissário, não opuseram nenhuma dificuldade em obedecer às ordens. Subiram aos carros onde já se encontravam alguns falsos policiais; quando deixaram para trás os arredores do cidade, foram cloroformizados e abandonados em um bosque.”

Os campos de resistência

Um coronel britânico que compartilhou da vida dos maquis relata alguns acontecimentos que presenciou: “Depois da aldeia foi necessário caminhar ainda duas horas ou mais. As folhas tardaram a cair nesse ano, de modo que os bosques conservavam uma palpitante profundidade. De noite, era mais difícil avançar. Bruscamente, descobrimos o campo. Em redor, homens estranhamente vestidos. Uma cozinha coberta de zinco, perto da qual estava pendurada uma vaca esquartejada. Uma tina fervia sobre três pedras. Esse campo era alguma coisa intermediária entre um acampamento militar e um acampamento de boêmios, porém um ar puro e um pouco embriagador emanava dele.

“Ali se contava, ali se dizia tudo o que era proibido dizer e cantar em outros lugares. Não existia outra regra além da própria honra; era um momento em que se agradecia ter uma tradição.

“Com renovado orgulho, os homens se reuniram e reconheceram que aquilo que acontecia no país, mais que uma opressão, era uma humilhação; ser ultrajados durante anos pelos desfiles debaixo de suas janelas, pelo perpétuo insulto constituído pela ‘sua’ força e ‘sua’ alegria. Ali estavam num rincão de terra francesa; era alguma coisa ter uma arma na mão. A bandeira tremulava no mastro. Eram terroristas, como dizia Vichy, terroristas à sombra do pavilhão tricolor.

“Quando eram interrogados sobre por que estavam ali, a resposta chegava, às vezes, lentamente, porém era sempre a mesma. Na verdade, sua decisão não era motivo de preocupação; a única coisa que os preocupava era não partir; ir à Alemanha era uma vergonha que, por razões de caráter, não podiam suportar, como uma humilhação para sua honra; recusavam por instinto.

“A respeito desse heroísmo, podemos meditar sobre a página admirável em que Junger, à frente de um grupo de prisioneiros franceses custodiados por uma sentinela, toma a resolução de jamais se render, porque toda rendição abala o ser humano no que tem de mais profundo.


Membros da guerrilha Maqui

“Com esse ‘não’ nos transportamos além da política do momento; à única possibilidade deixada à energia francesa para se livrar do pesadelo das derrotas, à única forma de preservar, psicologicamente e fisiologicamente falando, a faculdade de dispor dos atos libertadores do porvir. Esse ‘não’ palpitava em cada um deles, e sei, agora, estava latente em todos os companheiros; a negativa de se deixar vencer para sempre pela rendição, constituía, no mais alto grau, um ato de pedagogia prática. O ato era valioso por si mesmo. Contudo, aqueles campos ainda lhe emprestavam um outro significado: ali, os negativos conduziam a um só fim, a pátria, que lhes conferia dimensão nacional. Aparentemente, esse espírito estava disseminado em todos os campos: naqueles, compostos por insubmissos aos S.T.O., jovens entre 20 e 22 anos; em outros, com insurretos de mais idade, voluntários de todos os tipos. Aqui, um vendeiro, ali um mocinho de 17 anos, orgulhoso pela grande Cruz de Lorena que luzia em seu uniforme. É preciso, contudo, não nos iludirmos; os campos foram, na ocasião, o receptáculo de uma juventude que fugia da deportação. Viam-se, então, em alguns pontos, campos repletos, porém desordenados e precários; depois, os que foram para a montanha, só para se esconder, desistiram para não ter que suportar o inverno. A massa dos revoltosos não estava nos campos, mas nos maquis. Nos campos já não era possível encontrar revoltosos, mas sim voluntários; a distância que separa as duas palavras significa uma evolução de seis meses.

“Privados de todas as comodidades do mundo, viviam em barracas, cegos pela fumaça, com um pouco de feno para dormir e algumas vezes nada. Comiam os alimentos tal como lhes chegavam… Vestiam uma roupa precária, jaqueta e calças rasgadas, às vezes, sem sapatos. Se se pensar nas dificuldades que uma família encontra para alimentar-se, preservar-se do frio, ter um teto, compreenderemos as necessidades a serem vencidas quando se trata de centenas e centenas de homens que vivem em completa ilegalidade, pois não têm direito a nada, nem sequer a um pedaço de pão. Na verdade, jamais soldados franceses conheceram miséria igual. E se, por uma razão que não conhecemos, os campos não desempenharam nenhum papel importante no aniquilamento da Alemanha, terão pelo menos escrito uma página épica na história.

“Homens jovens (o chefe raramente tinha mais de 25 anos), crianças, às vezes, eram, no entanto, homens grandiosos. Não posso deixar de lembrar aqui uma série de retratos que um dia serão descritos: aquele paisano taciturno, de boina enterrado até às orelhas, aquele oficial jovial e resmungão, aquele aventureiro, capitão na China, tenente na Espanha, pois estava onde quer que se estivesse lutando por uma causa justa, aquele rapaz de Saint-Cyr, de rosto grave e impassível… Uma mesma vontade os unia, fruto de um mesmo sofrimento… Exército aparentemente heterogêneo, porém mais que qualquer outra disciplina, perseguições e sofrimentos comuns uniam seus elementos…”

As armas da Resistência

Vejamos como Bor Komorowski descreve o envio de armas e abastecimentos do exterior, destinados aos grupos combatentes da Resistência polonesa: “A princípio, o único recurso com que contávamos para nos abastecermos de armas eram os depósitos que alguns particulares haviam enterrado depois da campanha de setembro de 1939. Algumas dessas armas, apesar das precauções tomadas, estavam estragadas, corroídas pela umidade. E o pior, é que o tipo de armas nem sempre se adaptava às necessidades e métodos da nossa arte de guerra”.

“A Polônia, que se estendia na extremidade da área de vôo da aviação inglesa, era um dos países aliados que se encontrava mais afastado da Inglaterra. Tínhamos sérias dúvidas acerca das possibilidades de receber armamentos pelo ar.

“A primeira tentativa para o lançamento de um pára-quedista com uma carga de armas, explosivos e dinheiro foi projetado para o dia 20 de dezembro de 1940. O pessoal já estava pronto em seus postos dentro do avião, quando se chegou à conclusão de que os tanques não poderiam carregar a quantidade necessária de combustível para voar até à Polônia e regressar. A segunda tentativa de vôo até à Polônia foi fixada para 15 de fevereiro de 1941. Os pára-quedistas e os abastecimentos deviam ser lançados no distrito de Cracóvia, quando eu era comandante nessa cidade. Um destacamento especial foi designado para receber os ingleses no lugar e na hora indicados.

“Na tarde de 15 de fevereiro recebi o aviso de que o vôo teria lugar naquela noite e de que Londres já dera o primeiro sinal. Nada aconteceu. Dias mais tarde, os alemães espalharam proclamações nas ruas, em todas as cidades do país, oferecendo uma boa recompensa a quem os ajudasse a localizar três perigosos criminosos.


Armas utilizadas pelos poloneses no Levante de Varsóvia.

“Alguns dias depois, os perigosos criminosos procuraram nossa organização em Varsóvia. Os pára-quedistas haviam saltado, porém não sobre território polonês. Haviam caído nos domínios do Reich. Contudo, o lugar em que caíram estava somente a uns 100 quilômetros da fronteira polonesa e por sorte encontraram poloneses que lhes prestaram ajuda de emergência. Conseguiram cruzar a fronteira. A remessa de armas, desgraçadamente, fôra perdida.

“A fim de apreciar claramente as enormes dificuldades que tinham que passar todos os que se lançavam a essa aventura, lembraremos que nos encontrávamos separados da Inglaterra pela grande barreira que formavam o Reich e o Mar do Norte. E, além disso, a ameaça da artilharia antiaérea e dos caças alemães. Também, os bombardeiros que nos traziam homens e armas teriam outro obstáculo a vencer: o tempo. Os aviões podiam decolar da Inglaterra somente quando o tempo fosse favorável ali, sobre o Mar do Norte e através da rota de 1.600 quilômetros para chegar à Polônia.

“Outro ponto que requeria cuidadosa atenção era o de estabelecer uma forma de comunicação entre os homens que se lançavam de pára-quedas e os que estavam em terra, esperando-os. Era essencial colocar sinais fáceis de serem distinguidos, antes que se realizasse cada uma destas operações. Nas circunstâncias que atravessávamos, o remoção de armas de um lugar para outro apresentava consideráveis dificuldades. O ponto de recepção teve, portanto, que ser selecionado com muito cuidado, tomando em consideração tanto nossas necessidades imediatas como as do combate futuro. De tempos em tempos, enviávamos a Londres por meio de um dos nossos correios, um mapa preciso em que eram indicados os lugares exatos que havíamos selecionado para receber os pára-quedistas ingleses, os sinais que se usariam, o tipo de documentos de identificação que os pára-quedistas deveriam portar e as instruções detalhadas para levar a cabo a operação. Na Inglaterra, um centro especial de treinamento havia sido estabelecido com o propósito de instruir pára-quedistas.

“No dia em que um avião saía da Inglaterra rumo à Polônia, a BBC de Londres encerrava a sua emissão em polonês com uma melodia previamente escolhida. Isto servia como aviso para que um certo grupo de recepção esperasse a chegada dos abastecimentos que seriam lançados por um avião inglês num lugar determinado, naquela mesma noite. De acordo com o plano, a unidade de recepção se reunia no lugar previsto. Todos iam bem armados; quando o avião se aproximava, faziam sinais com luzes, indicando a direção do vento. Ao mesmo tempo, com luzes, indicavam uma determinada letra já combinada, à guisa de contra-senha. Do avião, com os faróis, respondiam-se aos sinais combinados. Eram então atirados os fardos com a ajuda enviada, de muito pouca altura, e com muita precisão.”


Armia Krajowa (Exército de Resistência Polonês)

Relatos de Combatentes (Anexo)

“Wawer”

“Não havia nada que os alemães desejassem tanto, como explorar ao máximo o seu poder sobre o fraco; e não havia nada que os pusesse tão furiosos como uma brincadeira pública às suas custas. Retrucar ao seu sistema de terror com uma brincadeira era bastante para enfurecê-los. Ridicularizá-los era nossa mais importante missão na guerra psicológica. Tínhamos até uma dependência especial no exército para se encarregar desse assunto. Esse setor era constituído em sua maior parte por escoteiros (boy scouts) e tinha o nome chave de “Wawer”. Uma das brincadeiras mais engraçadas da “Wawer” ocorreu no inverno de 1942. No coração de Varsóvia, se erguia a estátua de Copérnico, do escultor dinamarquês Thorwaldsen. Na base do monumento havia uma placa com a inscrição: ‘A Copérnico, de seus compatriotas’. Os alemães a arrancaram e em seu lugar puseram outra que dizia: ‘Ao Grande Astrônomo Alemão’. Bem perto da estátua havia uma delegacia de polícia. Um dia, um grupo de trabalhadores, de macacões, e com suas ferramentas, se aproximaram da estátua. Com grande calma e despreocupação, arrancaram a placa que os alemães haviam colocado e a levaram.

“Três semanas passaram antes que as autoridades alemãs notassem que a placa fôra retirada. Então apareceu um aviso assinado pelo governador alemão. Era redigido no costumeiro estilo pomposo e dizia:

‘Recentemente, elementos criminosos arrancaram a placa que havia sido fixada ao pé da estátua de Copérnico, por razões políticas. Em represália, ordenei retirar o monumento de Kilinski. Ao mesmo tempo, faço advertência clara de que, se atos como o presente voltarem a repetir-se, ordenarei a suspensão de todas as rações para a população polonesa de Varsóvia durante uma semana.

(Assinado) Fischer, Governador de Varsóvia’.

“Kilinski fôra um sapateiro, que deixou seu humilde trabalho para converter-se em líder popular durante o sítio da cidade pelos invasores russos no ano de 1794, e sempre havia sido um líder popular entre os operários de Varsóvia. Alguns dias mais tarde, sua estátua foi arrancada do pedestal e posta, temporariamente, nos subterrâneos do Museu Nacional. No dia seguinte, os que passaram diante do Museu, viram uma inscrição, pintada a pixe sobre os alvos muros, dizendo:

‘Povo de Varsóvia, aqui estou. (Assinado) Jan Kilinski’.

Uma semana mais tarde, os murais de avisos ostentavam um novo proclama, idêntico em formato ao de Fischer. E o texto era:

‘Recentemente, elementos criminosos retiraram o monumento de Kilinski por razões políticas. Em represália, ordenei o prolongamento do inverno na frente oriental por mais dois meses.

(Assinado) Nicolau Copérnico’.

“Por estranho que pareça, o inverno aquele ano durou muito mais do normal e foi causa dos alemães não poderem realizar seus planos para uma ofensiva de primavera na frente oriental.

Bor Komorowski” (História de um Exército Secreto)



Dante Di Nanni

Na noite de 16 de maio de 1944, Dante Di Nanni havia participado, com alguns companheiros, no assalto a uma estação de rádio da localidade de Barca, na periferia de Turim. Os nove carabineiros que guardavam o local foram desarmados e o edifício dinamitado. Quando se retiravam, foram surpreendidos por uma patrulha alemã, e Dante Di Nanni foi gravemente ferido numa perna. Seus companheiros o transportaram para um quarto no segundo andar do edifício n° 14 da Rua San Bernardino. Como Di Nanni piorava minuto a minuto, chamaram um médico, que lhe extraiu da perna um enorme estilhaço de granada. Poucos minutos depois da visita do médico, uma patrulha de soldados fascistas atacou a casa.

Dante pertencia ao GAP (Grupo de Ação Partidária), pequeno conjunto de Resistência que operava na cidade de Turim, e tinha 18 anos. Aos soldados fascistas se juntaram alguns alemães, de maneira que os atacantes formaram um grupo de uns cem homens.

Di Nanni estava só quando o ataque se produziu, armado com uma metralhadora e algumas bombas de mão. Correndo continuamente entre a porta que dava para a escada e o balcão do primeiro andar, disparava rajadas de munição ou lançava suas bombas.

Alemães e fascistas não se atreviam a lançar-se em massa para tomar o edifício, pensando que estava ocupado por dezenas de partisans.

Alguns vizinhos pensaram que se tratava de um louco e chamaram os bombeiros. Ao vê-los chegar, Nanni gritou para eles: “Vão-se embora! Não sou louco, sou um partisan e não é contra vocês que combato. Vão-se embora!” O combate durou cerca de quatro horas, isto é, até que o partisan esgotou suas bombas e munições. Então, ante a surpresa dos atacantes que suspenderam o fogo, apareceu uma figura pálida e coberta de sangue no balcão do segundo andar: era Di Nanni que, com um grito de “Viva a Itália!”, se lançou ao vazio.

As forças atacantes haviam deixado, no transcorrer da luta, trinta mortos.

Carlo Di Stefani, um alfaiate da Rua San Bernardino, recorda o acontecimento, 23 anos mais tarde: “Há 29 anos que trabalho aqui, na Rua San Bernardino. Agora resido no n° 22. A casa onde ocorreu o fato era a 14. Recordo que naquela manhã estive trabalhando e, perto das nove horas, ouvi o primeiro estampido, provocado, seguramente, por uma bomba de mão. Pensando que alguma coisa estava acontecendo lembrei logo que meus filhos estavam brincando na porta. Ao sair, vi militares armados, que entravam no número 14. Um deles estava ferido e sangrava.

“Peguei meus filhos, entrei em minha casa e tranquei a porta. Quando os soldados subiam a escada, voltei a ouvir outra explosão. Enquanto isso, ia juntando gente. Na casa entraram uns trinta soldados, entre fascistas e alemães, e na frente do número 14 estava parado um carro de assalto com metralhadora. Os disparos eram ouvidos alternados com as explosões das bombas de mão. Várias vezes, os soldados procuraram chegar ao segundo andar, porém sempre eram rechaçados pelo fogo dos sitiados.

“Eu quis voltar a trabalhar, porém as explosões e o vaivém dos soldados me impediam. Não compreendia como uma batalha podia durar tanto; como cem homens não podiam com alguns defensores que não deviam ser muitos; não entendia a coragem dos sitiados que se defendiam como leões. Seguidamente, eram ouvidas ordens de ataque e de retirada em alemão e italiano. E passou do meio-dia; passou uma hora; passaram as duas…

“De súbito não ouvimos mais disparos. Assomei à janela e vi que diante do portão do número 14 jazia um corpo ensangüentado. Era o corpo de um rapaz, frágil e pálido, coberto inteiramente de sangue. Parecia impossível que toda aquela batalha tivesse sido suportada unicamente por ele. O rapaz estava nos últimos espasmos da agonia. Os milicianos fascistas lhe davam ponta-pés, quando um oficial alemão, afastando violentamente os italianos, exclamou: ‘Se todos os partisans forem como este, da outra vez necessitaremos de uma divisão’. E sacando sua pistola disparou no agonizante o tiro de misericórdia. Depois se perfilou, fez continência militar ao cadáver e ordenou aos seus homens que apresentassem armas.”



“Partisans” alemães?

Embora não fosse muito freqüente, houve alguns casos de soldados e oficiais alemães pedirem para ser admitidos nas fileiras dos partisans.

Rudolf Jacobs, Capitão de Marinha alemã, havia sido agricultor durante a vida civil, na zona de Hamburgo. Desde muito jovem tornou-se notório o seu antinazismo. Em 1944, tinha 39 anos. Após discutir o problema com sua esposa solicitou sua transferência para a Itália, com a idéia secreta de unir-se aos partisans. Ao apresentar-se aos chefes da Resistência declarou: “Não posso ser por mais tempo cúmplice dos delitos do nazismo, e estou disposto a morrer voluntariamente para abreviar mesmo que seja por um dia, esta horrível guerra…”

Integrando a brigada “Ugo Muccini” realizou diversas e felizes missões, até que, a 3 de novembro de 1944, morreu durante o assalto a um quartel da “Brigada Negra”. O Conselho Comunal de Sarzana lhe concedeu a cidadania honorária, e colocou uma placa comemorativa na praça São Jorge, na cidade.

Outro caso foi o de Hans, um subtenente das SS, de vinte anos. Certo dia, quando trocava o pneumático de um veículo, foi feito prisioneiro pelos partisans, perto do povoado de Salere, na estrada Nice-Asti.

Junto com Hans, os captores aprisionaram dez homens mais. Giuseppe Berta “Moretto”, chefe dos partisans, decidiu oferecer aos alemães uma troca de prisioneiros, que eles aceitaram. No momento de efetuar-se a troca, Hans disse que preferia ficar com os partisans. E foi assim que ingressou no grupo do seu captor “Moretto” junto ao qual realizou notáveis atos de sabotagem.



“Maquis”

O caminhão, um velho Citroën, se deteve um pouco além da bomba de gasolina. Chovera, e o caminho estava enlameado, porém, contrastando, as árvores apresentavam um verde puro, fresco e limpo.

O veículo não se deteve muito tempo, ou melhor, quase se podia dizer que o veículo nem chegou a parar de todo. Diminuiu a marcha ao mínimo, e dois homens desceram. Quando partiu, os homens saíram do caminho e se internaram no bosque. Quase não falavam. Tinham os sapatos e as calças ensopados pela folhagem molhada. Não entraram na aldeia e tiveram que fazer uma larga volta para evitá-la. Depois da aldeia foi necessário caminhar umas duas horas ou mais. Embora o outono estivesse bem avançado, as folhas estavam caindo tarde aquele ano e a espessura era cerrada; os homens caminhavam sem ser vistos. E era evidente que conheciam bem o terreno que pisavam. Pouco a pouco começou a escurecer, e a marcha, à medida que a noite caía, se tornava mais difícil. Um dos homens acendeu uma lanterna, somente por alguns instantes. De noite, uma luz, por pequena que seja, é um luxo muito perigoso para os que combatiam Vichy. Subitamente, apareceu o campo. Estava tão bem dissimulado que uma casualidade podia descobri-lo a qualquer momento.

Assim, de noite, era um lugar bastante estranho. No centro, um caldeirão enorme fervia sobre três pedras. Pelos reflexos, entrevia-se uma precária construção coberta de zinco, do qual balançavam partes de uma vaca, recentemente abatida.

Havia um homem seminu, lavando o rosto, e mais além, outro, limpando um fuzil. À medida que os olhos se foram acostumando, puderam distinguir mais coisas, por exemplo, algumas tendas.

- Verdum – murmurou um dos homens…

- Sim, adiante – respondeu o que lavava o rosto. – Não há sentinelas?…

- Hoje, não! – respondeu, brincalhão, o outro – sabíamos que vocês viriam e então suspendemos a guarda. Assim recebemos os amigos!

Os dois homens riram. O campo era alguma coisa intermediária entre um acampamento militar e um de boêmios errantes. Os maquis eram assim mesmo, não tinham um termo exato para defini-los, possuíam um estilo muito pessoal, que os unia, superando desinteligências políticas, religiosas ou raciais. Sidi, era um anarquista argelino; Roy, um católico de esquerda; Pierre, um marxista; Claude, simplesmente um aventureiro, que, segundo suas palavras, “apenas queria se divertir um pouco”; Jacques, um monarquista.

Os homens “adotavam o maquis” por várias razões: por patriotismo, por não querer ir trabalhar na Alemanha, por problemas que não tinham muito que ver com a ocupação, mas sim com a liberdade. Michel, por exemplo, havia lutado com um miliciano tão bêbado como ele e o havia morto, afinal. O acampamento era uma das muitas lacunas da França ocupada. Ali se viviam os grandes momentos. Celebravam-se vitórias, choravam-se os mortos, planejavam-se “golpes de mão”, cantava-se ou costurava-se a roupa.

Em geral, os guerrilheiros da Cruz de Lorena tinham necessariamente que viver o momento presente. Do contrário a existência se tornaria impossível. Assim, eram tensos, violentos e cruéis no combate, amáveis, alegres ou melancólicos nos poucos momentos de descanso. A angústia do combate terminava com o combate; esta era uma premissa tacitamente aceita. Também, as possibilidades da Resistência eram assaltos rápidos, que aumentavam vertiginosamente à medida que as tropas aliadas desalojavam os alemães.

Quanto tempo viveriam assim? Ninguém sabia e nem perguntava. Apesar do perigo, viviam um momento idílico. Talvez, depois da guerra, quando se restabelecesse a normalidade, cada um poderia voltar às suas idéias e até lutar entre si. Michel desejava viajar, se não morresse antes. Sidi queria voltar à Argélia, para “lutar contra os franceses” porque, como costumava dizer, “tenho a tez escura, os franceses não me consideram francês e os argelinos não me consideram argelino”. Então, Sidi, meio árabe e meio gaulês, voltaria a sentir frio, fome e angústia, para lutar contra uma nação que nesse momento defendia, pela liberdade de uma outra.

Algumas vozes, no acampamento, começaram a cantar. Entoavam velhas melodias, nascidas nos bulevares de Paris no princípio do século, e que haviam conhecido a glória e a amargura da França.

Os dois homens que haviam saltado do caminhão, um pouco depois da bomba de gasolina, umas quatro horas antes, perguntaram:

- Não é arriscado cantar a esta hora?

- Bom – respondeu Roy – na verdade, estamos todos os dias nos arriscando a morrer, não é mesmo? Então não tem importância que de vez em quando a gente se arrisque a viver um pouco…



Decálogo dos “Maquis”

1o) Todo homem que solicita admissão nos maquis da Resistência Unida, não é somente um refratário à mobilização alemã, mas também um franco atirador voluntário e um auxiliar do exército secreto das Forças Francesas Combatentes, comandadas pelo General De Gaulle e pelo “Comité National Français”.

2o) Aceita submeter-se à severíssima disciplina do maquis e obedecer sem discussão a todas as ordens que receber do chefe.

3o) Renuncia, até o fim da guerra, a comunicar-se com sua família ou seus amigos. Guardará segredo absoluto sobre a distribuição dos refúgios, a identidade dos seus chefes e companheiros. Sabe que qualquer infração desta proibição será punida com pena de morte.

4o) Declara compreender que nenhuma ajuda especial pode ser proporcionada à sua família, sem submetê-la aos ciúmes e denúncias dos vizinhos.

5o) Sabe que não pode ser feita nenhuma promessa de salário regular, que sua subsistência e até seus armamentos são inseguros. Declara compreender que a menor coisa que obtenha, não foi conseguida senão por um esforço constante, ao preço de enormes dificuldades e de perigos extremos para todos os quadros superiores e órgãos de ligação. Respeitará a propriedade privada e a vida dos cidadãos franceses, aliados ou neutros, não só porque a existência dos maquis depende da sua boa harmonia com a população, mas também porque os homens do maquis são o que há de melhor no país e devem dar a todos o exemplo e a prova de que a coragem e a honestidade marcham juntas no espírito dos verdadeiros franceses.

6o) A alimentação e o vestuário dos maquis podem nos obrigar a ordenar operações de pilhagem nos armazéns das forças de polícia de Vichy, ou até de seus depósitos, das reservas de víveres ou de vestuário do “Secours National” ou dos prisioneiros. Esses assaltos, que serão limitados ao indispensável, para que seja assegurada a todo preço a subsistência dos refratários, serão executados por homens de classe, escolhidos com cuidado muito particular com relação ao seu alto valor moral. Assim que o armamento permitir, essas operações se realizarão exclusivamente sobre as reservas do exército de ocupação.

7o) Naturalmente, não se realizará nenhuma distinção de credo religioso ou de opinião política, no que concerne à adesão dos candidatos. Católicos, protestantes, muçulmanos, judeus ou ateus, monarquistas, radicais, socialistas ou comunistas, todos os franceses que desejarem lutar contra o “inimigo comum” são bem-vindos entre nós.

Não somente o homem dos maquis respeitará as crenças e as opiniões dos seus companheiros, mas também deve ser para eles um amigo abnegado, um irmão de armas; a salvação de todos depende deles, e somente uma boa camaradagem tornará a vida suportável nos refúgios da Resistência. Todos deverão esquecer seus costumes, seu egoísmo e até seus gostos; sacrificar-se por um companheiro, tomar seu lugar na labuta quando estiver cansado, em perigo, em todos os casos, são as menores virtudes que se podem exigir de homens colocados na nossa situação.

Um ferido jamais deverá ser abandonado. Os cadáveres deverão ser transportados e enterrados, cada vez que isso for humanamente possível.

8o) O voluntário do maquis não será armado senão quando sua resistência, seu treinamento, e sua disciplina o tornarem digno de receber uma de nossas armas, muito poucas, e em conseqüência, muito preciosas. Deverá cuidar dela carinhosamente, conservá-la escrupulosamente limpa, levá-la sempre consigo, salvo se tiver que confiá-la ao armeiro do campo.

Toda perda de arma será punida com a morte. Esta sanção é severa, porém indispensável para a salvação de todos.

9o) O voluntário conservará seus pertences e seu corpo tão limpos como possível; a saúde física e moral depende disso; é indispensável para a salvação da nação.

10o) Todo homem dos maquis é um inimigo do Marechal Pétain e dos traidores que obedecem a ele.

Resistência Francesa

Philippe de Crevoisier de Vomécourt, escritor francês educado na Inglaterra, participou na Resistência desde seus primeiros momentos. De seu livro Who lived to See the Day, editado em Londres pela Editorial Hutchinson, reproduzimos um fragmento referente às primeiras, e em muitos casos ingênuas, formas de “resistência” na cidade de Paris.

“A fama da resistência francesa não deve morrer e não morrerá” – as palavras de De Gaulle criava nos ingleses a idéia de que uma resistência organizada em solo francês com atos de sabotagem, não serviria para outra coisa senão provocar represálias. Os franceses livres não podiam se limitar a isso, necessitavam demonstrar aos alemães que a guerra com eles não havia terminado.

“As primeiras tentativas foram naturalmente diletantes e ingênuas. Por exemplo, aquela velha senhora de 78 anos, que trabalhava no metrô de Paris. Ficava sentada num banquinho ao lado da porta do vagão e cada vez que um oficial alemão subia, fazia-o tropeçar em sua bengala. Eram trinta ou quarenta vezes por dia que os conquistadores caíam de pernas para o ar.

“Nos banhos públicos apareceram uns cartõezinhos escritos à mão, que informavam aos cidadãos sobre a melhor maneira de inutilizar os veículos alemães, colocando açúcar nos tanques de gasolina.” Houve um menino que costumava introduzir-se nos vestíbulos dos cafés freqüentados pelos oficiais da Luftwaffe e, longe das vistas de todos, tirava os espadins que estavam pendurados junto aos capotes, nos cabides, e lhes quebrava as lâminas.

“O marquês de Mousrier, um velho patrício do leste, que possuía minas na França e na Bélgica, fez voar pelos ares um dos seus poços. O gesto lhe custou quatro milhões de francos, uma boa soma de dinheiro para a época, porém, em compensação os alemães não puderam retirar mineral do poço. Outras atividades saíram bastante caras, como a bravata de cinco mocinhos de Nantes, que cortaram os fios telegráficos e telefônicos do norte da cidade, para aborrecer os alemães. Eles não consideraram a inutilidade do seu ato; porque os invasores continuavam comunicando-se pelas linhas do sul ou pelas da cidade vizinha; além disso, o inconveniente foi facilmente reparado. Porém, os cinco mocinhos foram presos e passados pelas armas.

“Um dos fatores que mais ativamente contribuíram para organizar centros de resistência foi a reação popular à tentativa dos alemães de criar grupos e movimentos políticos favoráveis a eles. Uma propaganda maciça através do rádio, dos jornais, etc., foi lançada para desorientar o espírito da massa e inculcar-lhe a teoria e o programa do regime nazista. A oposição não tardou a aparecer de forma concreta, numa série de movimentos clandestinos, com nomes combativos, como: “Liberdade”, “Libertação”, “O Franco-atirador”, “O galo acorrentado” (o galo é o símbolo representativo do povo francês) e “Combate”. Eram na realidade, reuniões de franceses que elaboravam e discutiam a melhor maneira de salvar o país de uma total submissão. Em seu estado embrionário, esses grupos almejavam por uma resistência, porém não ainda em forma de atividade militar organizada”.



“Lulu”

Louis Chabat, mais conhecido como “Lulu”, era francês e combatera com os maquis na zona de Grenoble. Ao ser preso, a 8 de setembro de 1943, foi remetido à prisão de Fossano, no Piamonte. Algum tempo mais tarde, em companhia de outros, fugiu para unir-se ao grupo de Resistência italiano que operava na região de Mondovi e Alba. Comandando dez homens, assaltou arsenais, descarrilhou trens e, para coroar sua trajetória, voltou ao cárcere de Fossano, onde, com um golpe de audácia, libertou a todos. “Lulu” costumava vestir-se com uniformes de oficiais fascistas ou alemães, para facilitar seus atos de sabotagem. No dia 9 de fevereiro de 1945, foi morto por outro grupo de partisans, que o confundiu com um inimigo emboscado.



Combater com papai

“Chamo-me Fiumberto Borelli. Em setembro de 1943, não havia completado ainda doze anos e mal terminara de cursar o quinto ano. Nasci, e minha família viveu sempre na praça Cappella de Cangiani, que fica ao norte da cidade, sobre a colina de Camaldoni.

“No dia 23 de setembro, enquanto uma longa fila de caminhões alemães se afastava da cidade, vi minha mãe chorando e Vicente, meu pai, armado com uma metralhadora de mão. Quando se aproximou para despedir-se de mim, saltei no colo dele e perguntei: – Papai, posso ir com você? Meu pai, que era chefe do bando de partisans que operava na zona de Camaldoni, sorriu, me acariciou, pensou um pouco, e me dando uma palmada carinhosa, disse: – Bem, vem comigo.

“Meu pai e os seus homens acampavam em um pequeno desfiladeiro que dominava a entrada de Orsolone. Era o esconderijo ideal. Eu ficava de vigia e avisava apressadamente quando notava movimentos de soldados. No dia 27, na rua do hospital sanitário ‘Príncipe do Piamonte’, vi alguns alemães prendendo dois meninos, filhos de partisans.

“Corri velozmente, e emiti um assobio agudo pondo dois dedos dentro da boca. Era o sinal; meu pai e os companheiros dispararam suas metralhadoras e os alemães fugiram.

“Outra vez, ainda dentro da minha nova profissão de vigia, vi soldados alemães saltando de um caminhão e começando a colocar cargas de explosivos para dinamitar a ponte Caracciolo. Não dava tempo de avisar meu pai; me sentia muito emocionado, mas levantei o meu revólver e disparei contra o caminhão.

“Os alemães responderam ao fogo e nesse momento meu pai e os companheiros chegaram, e, em poucos minutos, expulsaram os alemães, capturaram o caminhão e inutilizaram os explosivos.”



“Pássaro Carpinteiro”

Violentos golpes sacodem a porta de entrada de uma casa situada num distrito vizinho às margens do Vístula. Cinco homens, reunidos em torno de “Dzieciol” (Pássaro Carpinteiro), chefe do Serviço de Inteligência, se entreolham silenciosamente. Sabem que a Gestapo anda na pista do chefe. E sabem também que muitos companheiros de “Dzieciol” foram presos e torturados até conseguir arrancar a identidade de quem os dirigia.

Enquanto os homens, extremamente tensos e pálidos, escutam as pancadas aumentarem, “Dzieciol” corre para o quarto ao lado. A porta da rua se abre, e a dona da casa troca umas frases com alguém. Depois, sorridente, aparece no quarto onde estão reunidos os integrantes da Resistência.

“Não há nada a temer – diz, acalmando-os. – Trata-se do empregado da luz que veio examinar o medidor; impacientou-se porque não abri logo”. Ao ouvir essas palavras, “Dzieciol”, cambaleante, entra no quarto. “Me envenenei” – murmura com voz entrecortada, e desaba. O chefe do Serviço de Inteligência, com os nervos destroçados pela constante angústia em que vivia, não havia resistido a esta última prova.

Após passar por grandes dificuldades, conseguiram salvar-lhe a vida. Seu tratamento durou quase duas semanas. Ao sair do hospital onde se restabelecera, foi preso pela Gestapo. E dessa vez, não carregava consigo nenhum veneno… Dias depois, após terrível torturas, foi assassinado.



A bordo de uma barcaça no Tibre

Mauricio Giglio havia completado vinte anos quando a guerra foi declarada. Membro fanático das organizações juvenis fascistas, logo partiu para a frente. Estava pronto a morrer por suas idéias e foi enviado à Albânia, depois de haver completado o curso de oficial. Combateu ardorosamente até ser gravemente ferido e foi, então, repatriado. Durante sua convalescença, o jovem tenente começou a refletir seriamente por que combatia, e sobre tudo o que aprendera na escola, e sobre o que recordava haver vivido nos seus primeiros anos. A 8 de setembro de 1943, o dia do armistício, o Tenente Giglio estava decidido. Escreveu aos seus pais: “Há algum tempo que me aproximo da verdade. É uma aproximação penosa do verdadeiro caminho… “

Um dia saiu do hospital, atravessou a linha de frente e se apresentou ante um comando do 5o Exército americano. Havia se decidido por um lado no combate. Propôs um plano: voltaria a Roma, se alistaria na polícia fascista para não despertar suspeitas e transmitiria informações para os Aliados e grupos de partisans. Os americanos aceitaram e lhe entregaram dois pequenos transmissores de rádio.

Voltou a atravessar as linhas de frente, evitando as patrulhas alemãs e se uniu, em Roma, a outros três colaboradores. Alistou-se na polícia fascista, e ao cabo de umas semanas começaram a chegar copiosas informações aos serviços secretos aliados. Os transmissores eram montados em diferentes lugares da cidade para que não fossem localizados pelos serviços de contra-espionagem alemão. Um dia um foi colocado na casa do ator Sergio Tofano; outro, na cúpula da Igreja de Santa Ana na praça Navona. A recepção e a transmissão continuou assim pelo espaço de alguns meses.

A 16 de março de 1944, a polícia fascista prendeu um dos operadores que confessou que o outro aparelho estava transmitindo a bordo de uma barcaça no Tibre, perto do Ministério de Finanças, e junto à Ponte do Renascimento. O Tenente Giglio, advertido, poderia ter-se posto a salvo e transferido o rádio para outro colaborador em lugar seguro, porém não quis, e continuou transmitindo até o último momento, para não interromper a emissão.

Era um prisioneiro precioso; foi torturado, para que contasse tudo o que sabia, mas sem êxito. Teve que ser carregado por dois soldados quando foi colocado diante do pelotão de fuzilamento.



Salto para a morte

Milão. 20 de maio de 1944. Rua Pier Capponi 2.

Gaston Piccinini, oficial da Marinha italiana, e Sergio Tavernari, estudante milanês, ocupam um pequeno quarto num velho edifício. É um compartimento úmido e escuro e está pobremente mobiliado. Mas um armário pequeno que ocupa um ângulo do quarto tem um valor incalculável. Ali está escondido algo que para eles pode significar a vida ou a morte. Ali está instalado um pequeno aparelho transmissor que os mantém em contato permanente com os grupos guerrilheiros do interior da Itália…

São quatro horas da manhã do dia 20 de maio.

A campainha da porta da entrada começou a tocar, estridente. Gaston Piccinini, erguendo-se bruscamente do seu leito, perguntou em voz alta quem chamava. Uma resposta, seca, terminante, o paralisou: “Polícia”. Piccinini, saltando da cama procurou dar um tom calmo à voz: “Um momento. Me visto e abro”. Em seguida, fazendo um sinal a Sergio Tavernari, que o observava, interrogativamente, começou a destruir o aparelho com a coronha do seu revólver, enquanto Tavernari punha fogo nos códigos e em outros documentos. Entrementes, os policiais, fora do quarto, haviam começado a bater na porta com a culatra dos seus fuzis, procurando derrubá-la. Piccinini e Tavernari, correndo para a janela, a abriram de par em par. Embaixo, na rua, um grupo de soldados cercava a casa. Algumas balas começaram a silvar em redor dos dois. Os jovens, então, audaciosamente, por cima de uma cornija, chegaram ao balcão de uma casa vizinha. Forçaram a janela e penetraram no interior de um recinto silencioso e escuro. A luz da lanterna de Piccinini, explorando rapidamente o ambiente, mostrou que estavam num quarto vazio. Correram para o terraço. Tudo estava silencioso e na penumbra. Do ponto mais alto da casa, cinco andares sobre o nível da rua, olharam para baixo. Grupos de soldados e policiais se movimentavam velozmente para as esquinas. O quarteirão estava rodeado. Os dois rapazes se esconderam rapidamente entre caixotes e madeiras amontoados num canto do terraço. Ainda restava uma esperança… Porém passos precipitados, cada vez mais próximos, os convenceram da inutilidade de pretender fugir.

Piccinini, friamente, segurou Tavernari pelo braço e o conduziu até ao parapeito. Depois, encarapitando-se nele, fez ao outro um sinal apenas perceptível. Tavernari, compreendendo-o, o imitou. Com os braços fortemente agarrados, como para se estimular mutuamente a tentar aquela derradeira fuga sem retorno, se lançaram ao vazio.

Sergio Tavernari e Gaston Piccinini foram recolhidos, instantes depois, ainda com vida. Transportados a um hospital próximo, Tavernari não conseguiu sobreviver aos ferimentos.

Piccinini, ao contrário, reagindo às inúmeras fraturas, passou vários dias inconsciente. Por fim, num audacioso assalto, um grupo de guerrilheiros dirigidos por Leon Beltramini penetrou no hospital e o resgatou, escondendo-o. Meses depois, Gaston Piccinini voltava à luta. Atrás dele ficava um camarada morto.

Hitler ludibriado na Dinamarca

20 de junho de 1941. A Alemanha invade a União Soviética, seu ex-aliado. Na Dinamarca, uma nação ocupada pelos alemães, que graças à sua aparente passividade havia conseguido importações suficientes para ter o nível de vida mais elevado da Europa, começam a se formar grupos de resistência clandestinos.

Um deles, denominado “Frihedsraad” (Conselho de Liberdade) agrupa, entre outros, notáveis intelectuais, como os professores Olle Chievitz e Mongens Fog. Desde o princípio procuram prudentemente estabelecer contato com a União Soviética por um lado e com os Estados Unidos e a Inglaterra, por outro.

A atividade fundamental do grupo é constituída por ataques a linhas férreas, dinamitação de pontes, incêndio em trens, etc.

Os Aliados, a princípio não prestaram muita atenção na formação da Resistência dinamarquesa; acreditavam mais na efetividade dos exércitos organizados, que na ação de bandos clandestinos por mais boa vontade e estrutura que tivessem. Porém, nas jornadas de preparação do famoso Dia D, os chefes ingleses e americanos começaram a encarar com mais seriedade os golpes de audácia do movimento. A invasão da “Fortaleza Européia” era algo que os alemães pressentiam e os Aliados preparavam no maior segredo. Hitler temia o desembarque aliado, porém ignorava onde seria efetuado.

Os serviços de inteligência ingleses e americanos tratavam por todos os meios de despistar Berlim, criando impressões falsas. Queriam dar a entender que o desembarque se produziria em qualquer uma das inúmeras bordas da “Fortaleza da Europa”, menos nas praias da Normandia.

Os atos de sabotagem no norte da península dinamarquesa fizeram a Alemanha desconfiar que o assalto se efetuaria na Dinamarca. Fortes contingentes de tropas foram retiradas de outras frentes e enviadas aos arredores de Copenhague.

Estes preparativos foram percebidos pelos Aliados que se deram conta dos pressentimentos de Hitler. Então, o “Frihedsraad” passou para primeiro plano. Dia e noite, os aviões da Real Força Aérea sobrevoavam as zonas lançando agentes, armas e material de propaganda. As unidades rápidas da frota, os submarinos, os homens-rãs e os “comandos”, complementavam essa atividade aérea, garantindo o serviço de correspondência, os transportes, e efetuando reconhecimentos e atos de sabotagem.

Os golpes de audácia se multiplicaram. Na província da Jutlândia se efetuaram mais de oito mil atos de sabotagem, com o fito de distrair a atenção alemã.

Quando o desembarque finalmente foi efetuado, Hitler comprovou o seu equívoco; as atividades dos grupos clandestinos não somente haviam erguido uma cortina de fumaça sobre as reais intenções dos Aliados, como, ao mesmo tempo, haviam afetado consideravelmente os meios de comunicação alemães na Dinamarca.

Heróis e mártires

Aqui, estão alguns, dentre muitos, membros da Resistência francesa, mortos no curso de suas atividades clandestinas:

Felix Eboue, nascido em Caiena. Administrador de Colônias, primeiro homem de cor nomeado governador. E 1940, sendo governador no Chad, decidiu unir seu território à França Livre. Morreu em 1944.

Honoré D’Estienne D’Orves, Oficial da marinha. Transferiu-se para Londres, unindo-se à frota da França Livre. Posteriormente desembarcou clandestinamente na Bretanha. Traído por um de seus homens, foi preso pela Gestapo em 1941. Condenado à morte e executado a 29 de agosto de 1941.

Bertie Albrecht, membro do movimento clandestino Combat. Preso, foi libertado por seus camaradas. Novamente aprisionado pela Gestapo, foi torturado e morto em junho de 1943.

Jean Moulin, preso pelos alemães por negar-se a assinar uma declaração que considerava infamante. Fugido, chegou a Londres, unindo-se ao movimento da França Livre. Em janeiro de 1942 regressa à França, organizando o movimento da Resistência no sul do país. Preso em junho de 1943, foi torturado e morto em julho do mesmo ano.

Jean Artus, Jacques Baudry, Pierre Benoit, Pierre Grelot, Lucien Legros, alunos do Liceu Buffon. Organizaram manifestações antialemães e atacaram oficiais inimigos. Presos em junho e agosto de 1942, foram condenados à morte e fuzilados a 8 de fevereiro de 1943.

General-de-Divisão Delestraint, especialista em blindados. Nomeado pelo General De Gaulle chefe do exército secreto dos Movimentos Unidos da Resistência. Preso em Paris em junho de 1943, enviado ao campo de concentração de Dachau e morto nesse campo em abril de 1945.

Jean Cavailles, filósofo, professor na Sorbonne. Preso, conseguiu fugir. Preso novamente, foi condenado à morte e executado em agosto de 1943.

Pierre Brossolette, jornalista. Partiu para Londres, de onde regressou à França, com a missão de coordenar a ação da zona norte. Preso e torturado, suicidou-se, lançando-se por uma janela da Gestapo, em Paris, em março de 1944.

Pierre Georges Fabien, operário metalúrgico, autor do primeiro atentado contra um oficial alemão, fundador dos Batalhões Armados da Juventude, comandou a Brigada das Forças Francesas no interior da “Ile de France”. Suas unidades, formadas por operários parisienses deram o melhor exemplo da unidade existente entre o exército clandestino e o Primeiro Exército Francês. Tomou parte na campanha da Alsácia, no transcorrer da qual tombou morto em Habsheim, no Alto Rin, a 27 de dezembro de 1944.

Roger Peronneau. O texto a seguir pertence a uma carta, a última, escrita por um condenado à morte. Foi redigida aos seus pais por um jovem combatente da Resistência:

29 de julho de 1942

Queridos pais:

Vou ser fuzilado ao meio dia (agora são 9h15m). Sinto uma estranha mescla de alegria e de emoção. Perdão por toda a dor que lhes causei, por todo o que lhes causo, e por tudo o que ainda causarei. Perdão a todos pelo mal que lhes possa ter feito e por todo o bem que não fiz. Meu testamento será curto. Peço apenas que não percam a fé. Abraço-os de todo o coração. Do filho que os adora, Roger.

Roger Peronneau, fuzilado a 29 de julho de 1942.